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Es el precursor de Jesús y figura esencial en los primeros relatos evangélicos. Aparece como hijo de Isabel, la prima de María, y del sacerdote Zacarías (Lc.1. 5) y cuyo nacimiento fue anunciado por un ángel. (Lc. 1.13)
Se le presenta con los signos de la elección divina y de la consagración como predilecto de Dios.
Aparece luego como Bautista en el Jordán y anuncia conversión y penitencia (Mc. 1. 1-6 y Lc. 3.1-6). Bautizó al mismo Jesús (Mc. 1.13-17 y Lc. 3. 10-14) y se cuidó de que sus discípulos le conocieran y le siguieran con devoción. (Mt. 11. 2-15)
Y terminó su vida como mártir profético a manos del tetrarca Herodes (Mc. 6. 17 - 29), cuyo adulterio condenaba. Sus discípulos enterraron su cuerpo y se lo comunicaron a Jesús
En la tradición cristiana, en la liturgia, en la ascética y en el arte, Juan fue siempre mirado como el mensajero que preparó el camino del Señor. Por eso su figura se agigantó con el paso del tiempo e inspiró el Adviento cristiano.
Catequísticamente debe ser venerada y presentada en clima de anuncio, de conversión y de esperanza.
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